Los primeros policías que intervinieron en Angrois tras el accidente del tren Alvia el 24 de julio de 2013 han declarado este martes en el juicio que intercambiaron 'in situ' unas palabra con el maquinista, Francisco Garzón, uno de los dos acusados, y que lo escucharon hablar por teléfono en varias ocasiones. Según han relatado, él "se culpabilizaba a sí mismo" por un "despiste", pero se quejaba de que "la seguridad" y la señalización de la vía "no era la adecuada".
De hecho, el comisario de la Policía Judicial de A Coruña --que estaba encargado de la seguridad de las Fiestas del 25 de julio y del día previo-- ha contado que estuvo con el conductor los primeros instantes después de que lo retirasen de la locomotora. Según su versión, Garzón dijo: "La he jodido. Es que venía a 190 kilómetros por hora".
Durante su declaración como testigo ante la jueza Elena Fernández Currás, ha explicado que fue el primer mando de la Policía en llegar a la curva de A Grandeira y que las primeras decisiones adoptadas fueron "sacar a todas las unidades" encargadas de velar por la seguridad de las Fiestas del Apóstol.
El comisario estuvo allí "toda la noche" del 24 al 25 y al día siguiente se le encomendó acudir al Multiusos Fontes do Sar para comunicar a las familias de las víctimas el fallecimiento de sus allegados, cuando la Policía Científica le "confirmaban" la identificación del cadáver. Justo después del descarrilamiento, según su relato, fue un agente de la unidad de intervención quién retiró al maquinista del convoy y lo condujo hasta donde estaba él "sangrando por la cabeza y con algunas heridas", pero "andando por su propio pie".
Estuvo con el conductor alrededor de "media hora", si bien no ha sabido precisarlo, y "lo primero" que le preguntó fue qué había ocurrido. Según ha dicho, le contestó: "La he jodido. Es que venía a 190 kilómetros hora". Y, a pesar de que intentó calmarlo, porque lo vio "muy nervioso", Garzón le replicó: "¿Cómo no voy a estar preocupado?".
El policía relata que, en aquel momento, le hizo esa pregunta "porque hay que ponerse en situación con todo lo que está ocurriendo allí", en la curva de A Grandeira, y porque "no sabían lo que había ocurrido". De hecho, las primeras llamadas para alertar del siniestro "hablaban de una explosión" y en el lugar "había olor a quemado y a amonal, una sustancia explosiva".
Durante la media hora que estuvo con el comisario, el maquinista "tenía teléfono y en ningún momento se le impidió" su empleo, pero desconoce sobre a quién llamó y de qué habló. Otro policía que estuvo con Garzón tras el siniestro, ha relatado como testigo que el conductor del tren "se lamentaba de lo que había ocurrido" con frases como: "Madre mía lo que he hecho". En ese momento, ha añadido, "decía que se había despistado, que había perdido las referencias y que pensaba que estaba dos túneles antes".
Le reconoció que se había "despistado" a pesar de que hacía ese trayecto "tres veces por semana". Aunque el maquinista "asumía su responsabilidad" y no apuntaba a más responsables, según ha declarado este segundo agente, también aseveró que "algún día iba a pasar", porque "no había señalización" para reducir la señalización antes de la curva y "que era algo rudimentario basarlo todo en él".
Esto mismo le llamó la atención y, tal y como le ha recordado en el interrogatorio el abogado de la Plataforma de Víctimas Alvia 04155, Manuel Alonso Ferrezuelo, durante la instrucción en sede judicial llegó a declarar que le extrañó que en la vía "no haya nada que indique que hay que reducir la velocidad" y "que se basara todo en la pericia del conductor". Tras el siniestro, Garzón estuvo sentado en un banco hasta que los sanitarios lo evacuaron hasta el Hospital de Santiago con dos policías que lo acompañaron, pero no en calidad de detenido.
Uno de los dos agentes que escoltaron a Garzón hasta el coche, para trasladarlo al centro sanitario, ha relatado ante la jueza que lo vio "en shock", "triste" y "preocupado", y que "hablaba sin que nadie le preguntara". "Nos decía que se sentía culpable, que la culpa había sido suya, que la seguridad de la vía no era adecuada para la velocidad que podía llevar el tren, que estaba todo en manos del maquinista", ha insistido el tercer policía, a preguntas del fiscal Mario Piñeiro.
El maquinista, según la declaración, afirmó que "en la curva, en teoría, podía ir hasta a 200 kilómetros por hora" y que estaba "todo a expensas de maquinista". Además, culpaba "también a alguien de seguridad de Renfe", por esa llamada con el interventor minutos antes del descarrilamiento.
Tanto antes de llegar al coche como durante el trayecto, Garzón hacía uso de su teléfono móvil y habló con varias personas a las que, según la declaración del agente que le escuchó, les respondía: "He sido yo". Sin embargo, en otra de esas llamadas, se había quejado de la seguridad de la vía.
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