O Rosal es tierra de cabaqueiros, un oficio dedicado a la elaboración de tejas y ladrillos. Se trata de una dura actividad artesanal ahora desaparecida pero que ha dejado un importante legado cultural, que podemos descubrir durante esta Semana Santa en el “Museo do Cabaqueiro” situado en el municipio baixomiñoto de O Rosal.
La “Casa dos Oficios do Rosal”, conocido como “Museo do Cabaqueiro”, nos ofrece tres salas expositivas en las que descubrir la historia y legado cultural asociado a los tejeros. Herramientas, documentos, objetos cotidianos, imágenes y testimonios que nos ayudan a conocer mejor este trabajo, las duras condiciones en las que se desarrollaba y las técnicas y saberes específicos del oficio.
La primera de las salas está dedicada al contexto histórico y los vínculos entre este oficio y el municipio de O Rosal y la comarca del Baixo Miño, mientras que la segunda sala se centra en el proceso de elaboración de tejas y ladrillos, las instalaciones y herramientas necesarias para cada trabajo y algunos objetos relacionados el día a día en el tejar. Por su parte, la tercera sala aborda principalmente el legado cultural: el verbo de los cabaqueiros, creencias, costumbres, refranes y cantares populares; así como algunos testimonios directos de trabajadores y familiares.
Todo este material nos permite sumergirnos en la evolución y desarrollo de este oficio, que se desarrollaba en condiciones de extrema dureza física y psicológica: jornadas interminables, poco tiempo para el descanso y un trabajo itinerante lejos de casa y en temporadas que duraban alrededor de cinco meses. Los destinos solían ser distintos puntos de Galicia (Ferrol, Oleiros, O Salnés) y España (Castilla y León, Madrid, Andalucía…), pero también hubo quien decidió emigrar a tierras americanas, especialmente a Brasil.
También conoceremos los secretos de la especialización de cada trabajador que componía la cuadrilla: el oficial que elaboraba las tejas y ladrillos, el tendedor que las ponía a secar en la era, el encargado de amasar el barro, el cocedor que trabajaba en el horno, el carretillero, etc. y de la imprescindible sincronización entre unos y otros para lograr sacar el trabajo adelante. Para hacernos una idea, una cuadrilla podía fabricar al día unas 3.000 tejas, aunque esta cifra podía ampliarse o reducirse dependiendo del grado de destreza del personal, la calidad del barro y otros factores que intervienen en el proceso.
Debido a las características del trabajo, el objetivo era conseguir que su titánico esfuerzo diese también el máximo rendimiento: había que exprimir al máximo cada día, no fuese que al siguiente la lluvia impidiese una nueva jornada de producción y diera al traste con las previsiones iniciales.
En el recorrido a través de las distintas salas podemos contemplar numerosos ejemplos de tejas y ladrillos realizados por “cabaqueiros” de forma artesanal y descubrir cómo ha sido la evolución de estos objetos a lo largo de la historia. Las primeras tejas que se conocen en nuestro territorio datan de la época romana (tégulas) y muchas de ellas eran de forma plana, aunque también había ímbrices (tejas curvas) que se superponían a las tégulas buscando el encaje perfecto.
Algunos de estos ejemplares antiguos, junto con otros realizados en periodos más recientes y con la habitual forma curva, se exponen en las distintas salas del centro etnográfico rosaleiro. En muchas de estas “tellas do país” podremos distinguir singulares marcas de cabaqueiro (símbolos, iniciales y dibujos distintivos de cada “cabaqueiro”, al igual que ocurre con las marcas de cantero visibles en numerosas construcciones pétreas).
Otros objetos destacados de la colección van desde un banco, la estructura de madera en la que el oficial elabora las piezas, distintas herramientas para la fabricación artesanal de tejas y ladrillos (tanto macizos como de agujeros) y una maqueta con los distintos espacios en los que se divide una “cabaqueira” (tanto lugares de trabajo como la humilde chabola en la que vivía la cuadrilla durante la temporada). Otras piezas destacadas son distintos documentos históricos como billetes de transporte, contratos y testimonios directos de algunos “cabaqueiros”.
A través de los distintos objetos expuestos, el centro etnográfico homenajea este duro oficio pero también los saberes adquiridos y transmitidos de generación en generación. En este sentido, cabe recordar que los tejeros de O Rosal eran especialmente valorados por la destreza, maestría y especialización que fueron adquiriendo a lo largo de los siglos.
Algunos de los aspectos intangibles que podemos descubrir en la exposición tienen que ver con la convivencia y el día a día en la “cabaqueira”: la disciplina y las multas por malos comportamientos de alguno de los miembros de la cuadrilla, cómo y cuándo eran los escasos momentos de descanso, algunos refranes relacionados con el oficio y cómo era la relación, a través de cartas, entre los tejeros y la familia que aguardaba su vuelta.
Pocas fueron las mujeres que marchaban a la “cabaqueira”. En estos poco frecuentes casos, solían ser las mujeres de los patrones (buxas), las cuales podían desempeñar variadas tareas. Pero esto no era lo más habitual: cuando los hombres que se marchaban a trabajar a la “cabaqueira”, las mujeres quedaban al frente de las familias, tanto en lo que respecta a los cuidados, como a la gestión y administración de la economía y a la toma de decisiones.
Dentro del legado cultural vinculado con este oficio destaca el llamado “verbo dos cabaqueiros”, la jerga que empleaban para entenderse entre ellos y que también utilizaban en las cartas que enviaban a familiares y allegados. Con la desaparición de este oficio, durante el tercer cuarto del siglo XX, todo este sensible y frágil patrimonio inmaterial se encuentra en riesgo de desaparición, pues ya no quedan hablantes que empleen este peculiar idioma en su día a día.
El término “cabaca” denominaba los trozos sueltos de tablas que se desprendían al arder en el fuego. Por ello, se cree que los términos “cabaqueira” y “cabaqueiro”, con los que el “verbo” de este oficio denomina al tejar y al tejero, respectivamente; derivan de la asociación entre estas lascas calcinadas y el proceso de fabricación de tejas en el horno.
Al haber desaparecido el oficio, el verbo de los “cabaqueiros” ya no está en uso, si bien todavía quedan algunas personas que conocen su singular vocabulario. También existen glosarios y recopilatorios de las palabras empleadas en esta jerga, que jugaba con el uso de palabras existentes (dotándolas de otros significados), inventando otras nuevas, tomando algunas de otros idiomas o recuperando arcaísmos. En este “latín” de los “cabaqueiros”, donde podemos encontrar términos tan hermosos como las sonoras “Jalleira” (para referirse al lugar de origen, pueblo natal) y “Daordaria” (tierra de cabaqueiros).
Para dar a conocer todo este legado tangible e intangible, el Concello do Rosal abre el “Museo do Cabaqueiro” durante esta Semana Santa en distintos horarios. Existe la opción de conocer la exposición por libre o bien a través de visitas guiadas, de una media hora de duración.
Los horarios de apertura del centro son los siguientes: domingo 10 abre en horario de mañana y tarde (de 11.00 a 14.00h y de 17.00 a 19.00h), el lunes 11 y martes 12 en horario de mañana (de 11.00 a 14.00h), el miércoles 13 y jueves 14 de mañana y tarde (de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 19.00h), el viernes 15 de tarde (de 17.00 a 19.00h) y el domingo 17 en horario de mañana (de 11.00 a 14.00h).
En estos horarios podrá hacerse visita libre al centro etnográfico, así como consultar información turística de la zona. Además, en horario de apertura, a las 11.30 y 17.30 horas habrá visitas guiadas a la exposición. Para más información e inscripciones, el Concello do Rosal ha habilitado el correo electrónico visitasguiadas@orosal.gal
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