La desbordante naturaleza de Galicia crea lugares únicos, ocultos en la espesura de los árboles, regados por los miles de regatos de esta tierra. Las Rías Baixas conjugan los bosques de ribeira con los atlánticos, las especies centenarias con ejemplares jóvenes. Descubre siete espacios verdes, posibles escenarios de cualquier relato fantástico, donde árboles, plantas y animales son protagonistas.
Se dice que la belleza de esta fraga inspiró a Emilia Pardo Bazán para escribir su gran obra Los Pazos de Ulloa. Lo que se conoce con certeza es que aquí pasó algunas temporadas, pues estaba emparentada con la familia Quiroga, propietaria del terreno en el siglo XIX. Fue a principios de esta época cuando se plantaron algunos de los castaños y robles que inundan este bosque caducifolio que en otoño alfombra el suelo, dándole un aspecto mullido.
La fraga se encuentra a unos cuatro kilómetros de Lalín, en la zona de Quintela, desde donde parte una sencilla ruta circular de poco más de un kilómetro. Está considerado Monumento Natural, habiendo sido reclamada su protección incluso por la ONU, pues los castaños están considerados como algunos de los mejores ejemplares de Europa.
Hace un siglo el monte Aloia, que se alza sobre Tui, languidecía esquilmado por la acción del hombre. El ingeniero forestal Rafael Areses sembró entre sus vecinos la necesidad de reforestar esta área y así se plantaron cipreses, abetos e incluso unos exóticos cedros del Líbano. Parque Natural desde 1978 -el primero de Galicia-, consiguió de esta manera una variedad singular de árboles que hoy acompañan el paseo del visitante entre pequeños lagos y regatos.
Lo que siempre ha estado ahí son las estupendas vistas sobre el río Miño y las Rías Baixas, gracias a sus 700 metros de altura y cinco miradores. Para conocer más información sobre esta atalaya se puede visitar, a 150 metros de la capilla de San Xulián, la Casa do Enxeñeiro Areses, con una exposición permanente sobre el parque.
Los Condes de Canalejas (título que arranca en el siglo XVII) tenían en el concello de Cangas, concretamente en la parroquia de Aldán, una propiedad de recreo que se conoce como la Casa Torre. Aquí vivió hasta su muerte en 2014 Fuencisla Roca de Togores, viuda del Conde de Canalejas, fallecido en 1989.
La casa, que no se puede visitar por ser propiedad privada, estuvo ligada a un gran jardín y coto de caza hasta que la carretera PO-315, que comunica Cangas con Bueu, segregó ambos conjuntos, dando lugar al llamado “Bosque encantado”. Este espacio ocupa parte de la finca de O Frendoal y recibe este nombre porque se trata de un entorno de cuento. Está presidido por un castillo, edificado en los años 60 y que quedó incompleto. Sus ruinas conviven con los resto de un acueducto y un bosque atlántico donde destacan los castaños y robles.
No hay señalización del lugar, así que para descubrirlo hay que tomar la carretera que sale de Cangas en dirección Bueu, por la que se llega a la parroquia de Aldán después de unos seis kilómetros. En el núcleo urbano y sin salir de la vía, las torres del pazo, a mano izquierda, alertan de que el lugar está cerca. A escasos metros, esta vez a la derecha, la vegetación espesa y un camino de tierra advierten de la entrada al lugar.
La secuoya es una especie de árbol que se asocia con California, donde abundan y se encuentran algunos de los ejemplares más antiguos del planeta, con hasta tres mil años. Por eso tener un bosque de secuoyas en Pontevedra es tan extraordinario. Y si resulta ser el bosque de secuoyas más grande de Europa, todavía más.
Este conjunto de 2,2 hectáreas es de muy reciente creación si se tiene en cuenta la longevidad de estos árboles. Data de 1992, cuando el Gobierno de Estados Unidos, presidido entonces por George Bush (padre), donó 500 ejemplares de secuoya roja a España para conmemorar el 500 aniversario del desembarco de Cristóbal Colón en América. Una delegación de expertos estadounidenses viajó a diferentes puntos del territorio para elegir el lugar más idóneo para el crecimiento de esta especie, siendo elegido el monte de O Castro, en Poio.
Aunque todavía son jóvenes, algunas secuoyas ya superan los 20 metros y propician un paseo curioso y agradable con vistas a la ría de Pontevedra. La visita se puede completar con la Casa Museo de Cristóbal Colón, en el mismo municipio, que muestra en qué datos se fundamenta la teoría que identifica al navegante como gallego.
Los concellos pontevedreses de Forcarei, Lalín y Silleda y los ourensanos de Beariz, Boborás y O Irixo comparten esta vieja sierra que en su pico más alto sobrepasa los 1.000 metros de altura. Se trata de un área de gran visibilidad, con predominio de matorrales y afloramientos rocosos que dan personalidad al entorno.
Existe una ruta circular de senderismo de 12 kilómetros y dificultad media que además de guiar entre la naturaleza del lugar, con abedules, robles, halcones peregrinos, corzos y búhos reales como protagonistas, atraviesa varias aldeas. La de Bustelos, a 80 kilómetros de Vigo, es el punto de partida de esta ruta.
La ermita de San Xusto, que conserva elementos del siglo XV y XVI, es el corazón de este robledal centenario. Junto al río Lérez, que llega desde el anterior entorno, la Serra do Candán, los árboles crecen regados por el torrente y la lluvia.
En este paraje la tradición cristiana manda celebrar una romería todos los veranos. Sobre la capilla se lee una inscripción que recuerda que los días 6 y 8 agosto, según una bula papal, todos los devotos pueden confesar sus pecados y comulgar para ser perdonados y honrar así tanto a San Justo como al Santo Pastor. Esta inscripción está fechada en 1712.
Las indicaciones para llegar son: O Outeiro, Lugar de San Xusto. Cerdedo-Cotobade, 36121, Pontevedra. Hay aparcamiento.
La gran extensión de este parque (70 hectáreas) divide su gestión entre los concellos de Vilaboa, Moaña y Marín. Gira en torno a un lago artificial, Lago Castiñeiras, rodeado por un área recreativa que incluye asadores y merenderos, además de un parque infantil. Este estanque es lugar de cría para patos y sus alrededores son el hábitat de un buen número de anfibios.
El entorno forestal alberga más de 40 especies de árboles y plantas atravesados por paseos de tierra y una carretera que permite ascender hasta el parque desde los diferentes municipios. A menos de un kilómetro del lago, hacia el sur, dos mámoas y varios petroglifos resisten desde el periodo Megalítico y la Edad de Bronce. La primera de ellas, la Mámoa do Rei, es una de las más grandes de Galicia. La segunda recibe el nombre de Mámoa de Penalonga.
Continuando hacia hacia el sur, se accede al mirador de Cotorredondo o de las tres rías, pues desde este punto, a unos 400 metros de altura, se divisa la ensenada de San Simón y la ría de Vigo, la ría de Pontevedra al otro lado e incluso, en los días claros, se atisba la ría de Arousa.
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