Aviso: Si no has visto todavía la película, te recomendamos encarecidamente que dejes de leer aquí y vuelvas a este texto más tarde, pues Aniquilación es uno de esos largometrajes que se benefician de que el espectador vaya prácticamente a ciegas, como se suele decir, sin que sepa demasiado qué va a ver.
La bióloga Lena trata de reconstruir su vida, un año después de la desaparición de su marido, militar embarcado en una misión y al que ya se da por muerto. La ausencia de éste sigue marcando de forma clara su existencia. Todo cambiará de forma muy brusca para ella cuando él reaparezca repentinamente en el hogar, como si de un fantasma que se acabase de materializar se tratase. Algo falla, sin embargo. Su marido no parece reaccionar con normalidad a la presencia de ella y no muestra un comportamiento demasiado lógico. Asegura no recordar nada de lo que ha pasado en la misión y sus acciones parecen más mecánicas que humanas. Las alarmas se dispararán de forma definitiva cuando empiece a sangrar por la boca. Lena llama a una ambulancia y en el recorrido hacia el hospital el vehículo es intervenido militarmente, siendo nuestra protagonista anestesiada, despertando ya en una base del ejército.
Será al despertar cuando le informen de lo que está ocurriendo: Tres años atrás, un meteorito cayó en algún punto de la costa de Florida, comenzando a ocurrir en la zona fenómenos extraños. Una especie de cúpula, a la que llaman “shimmer” (“resplandor”) que se va extendiendo más y más con el tiempo cubre toda esa región, produciéndose dentro de ella toda clase de anomalías y de mutaciones genéticas, pareciendo situarse la raíz del asunto en un faro del lugar. En ella las comunicaciones se cortan, y es tal lo inquietante que resulta el lugar que cualquiera perdería la cabeza.
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(ESTA CRÍTICA CONTIENE SPOILERS)
A falta de una solución mejor, el Gobierno aísla esta región, dejándola en cuarentena; convierte el asunto en secreto de Estado y comienza a denominarlo “Zona X”. Con el paso del tiempo diversas expediciones han entrado con el objetivo de hallar una solución a un problema que podría incluso acabar con la especie humana, pero nadie ha vuelto de allí, salvo ahora el marido de Lena, cambiado y enfermo.
Tras escuchar todo esto, y en un intento por saber qué le pasó a su marido, nuestra protagonista se ofrece como voluntaria para participar en la siguiente expedición, que será ya la décimo segunda, compuesta por ella (bióloga, además de tener experiencia previa como militar, siendo en el ejército donde conoció a su marido), una psicóloga, una geóloga, una física y una paramédica.
Ya desde el principio de la película se nos cuenta que Lena será la única que consiga volver de todo su grupo, siendo la narradora de lo vivido por las científicas. A lo largo de la película nos adentraremos con ellas en un mundo caracterizado por las mutaciones genéticas, siendo éstas tan extremas que hasta las propias flores forman parte de este horror, constituyendo un caso tan extraño que no ha sido visto previamente ni por la propia experta en biología.
Basada en el best seller Aniquilación de Jeff VanderMeer, primer volumen de una trilogía, estamos aquí ante uno de los proyectos más ambiciosos de la plataforma Netflix. Hay que reconocer que su rótulo “Una película original de Netflix” da algo de miedo, pero la última apuesta hecha por la plataforma es todo un acierto.
Este largometraje supone la segunda película como director de Alex Garland, tras haber dirigido en el pasado la aclamada Ex Machina. Además de esto, el cineasta cuenta con un gran reconocimiento, tras haber firmado previamente los guiones de proyectos como 28 días después o Nunca me abandones. Alex, sin duda alguna, se ha especializado ya en el retrato de seres humanos pasando por situaciones muy ajenas a lo común.
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Uno de los principales temas tratados a lo largo del metraje será el de la autodestrucción (hasta el punto de que se llega a comentar que todas las protagonistas de la expedición la buscan). De esa innata capacidad de los seres humanos para acabar con ellos mismos, no importa el cómo (alcohol, tabaco…), por mucho que las intenciones de esa persona no sean las de suicidarse. El carácter autodestructivo está presente en todas ellas y se manifiesta a raíz de diversos motivos: Cáncer en la psicóloga, el cortarse a sí misma con el objetivo de sentirse viva de la física, remordimientos por el adulterio de nuestra protagonista, frustración por la muerte del hijo de la geóloga, las adicciones de la paramédica… Se nos muestra que a esta situación se puede llegar de muy diversas formas; el odio a una misma, una pérdida inconsolable…
Veremos también en pantalla una reflexión acerca del sentido de la vida. Se nos hablará de cómo todo cambia, muta, se transforma y fluye; incluso de lo que nos define como seres humanos. Será también tratado el tema de cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con nuestro entorno a través tanto de la destrucción como de la creación. Se podría decir, en líneas generales, que supone un ensayo sobre la propia raza humana.
La película, en su inicio, tiene también mucho de thriller por lograr sobrevivir. Se produce una división clara entre el inicio de la misma y su último tercio. Estamos, en cierto sentido, y a pesar de su fuerte carga filosófica, ante un largometraje clásico de supervivencia en su primera hora y veinte, más o menos, cerrándose con una media hora final que ya es algo completamente distinto y difícilmente catalogable.
La película cuenta con un reparto de lujo: Natalie Portman (Cisne negro, V de Vendetta), Tessa Thompson (Creed, Thor:Ragnarok), Gina Rodriguez (Marea negra, Jane the Virgin), Oscar Isaac (A propósito de Llewyn Davis, Stars Wars VIII – The Last Jedi) o Jennifer Jason Leigh (Twin Peaks, Los odiosos ocho), entre otros.
Entre este grupo sobresale, y con mayúsculas, el nombre de Natalie Portman. La actriz logra llevar a cabo en Aniquilación un portentoso trabajo, haciendo que resulte imposible el separar la vista de su actuación a lo largo de todo el metraje (a lo que se suma el hecho de que es posible que no haya ni una sola escena en la que ella no aparezca), cargando por su cuenta con todo el peso dramático y emocional de la película.
La mejor interpretación tras la de Portman, sin duda alguna, es la de Oscar Isaac. El director repite con este actor, con el que ya trabajó en Ex Machina, interpretando ahora en Aniquilación a Kane, personaje que no podría ser más aterrador, en base a una muy lograda inquietante actuación.
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El resto de los personajes caen de forma un tanto excesiva en los habituales prototipos de las películas protagonizadas por grupos de personas que se enfrentan a algo (la comprensiva, la introvertida, la dura e insensible, la temperamental...). Esto hace que, quitando a Natalie Portman y a Oscar Isaac, el resto del reparto no pueda brillar con luz propia, limitándose a llevar a cabo de forma solvente sus correspondientes interpretaciones. El resultado es que tampoco nos importen demasiado las sucesivas muertes de una serie de personajes con los que el espectador no llega a empatizar, en un claro recurso por parte del director, que busca destacar que lo importante no son los protagonistas que están en pantalla, sino que lo son los temas que se ponen sobre la mesa a lo largo del metraje, al igual que la atmósfera en la que se encuentran.
Esta misma atmósfera, al igual que el ambiente a lo largo de toda la película, tendrán un enorme protagonismo en el largometraje, en base a una potentísima fuerza visual sustentada en todo momento por una fotografía genial.
Vemos paisajes que al mismo tiempo atraen y ponen los pelos de punta por lo horripilantes que pueden llegar a resultar, estando en muchos momentos cercanos a lo onírico. La estética de todo lo que vemos es una auténtica maravilla, algo que permanece incluso en los títulos de crédito finales, también muy cuidados y bien trabajados.
El propio director diría que “lo relacionado con la belleza visual era muy importante. Incluso cuando la película es sombría, y algo oscuro está sucediendo, hay una belleza bastante evidente, y nos esforzamos por asegurarnos de que así fuera.” Lo único que llega a cantar un poco en determinados momentos en lo relativo a lo visual son los efectos especiales empleados en los distintos seres con los que se van encontrando a lo largo de la expedición.
El audio está tratado también de una forma maravillosa, con una música muy bien escogida e introducida, siendo todo un acierto a la hora de generar mayor tensión. Alex Garland repite aquí con Geoff Barrow, del grupo Portishead, al que ya encargó la banda sonora de Ex Machina, contando también con la colaboración de Ben Salisbury.
La película se caracteriza por tener, a lo largo de la mayor parte de su metraje, un ritmo lento y reflexivo que consigue atraparte. Una de sus peculiaridades en lo que respecta al montaje es su división en tres actos que, sin embargo, me parece un recurso del todo fallido, pues son pausas innecesarias que te llegan a sacar de lo que estás viendo.
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Los flashbacks entre Lena y Kane sí están muy bien introducidos, con el objetivo de que el espectador empatice más con nuestra protagonista, algo que se consigue.
Con respecto al guion, cabría destacar algunos de los fallos, bastante clamorosos, que presenta:
Que a Lena le cuenten sin más, tras despertar, todo lo que ha estado sucediendo (por mucho que en el pasado fuera también militar, ahora es sólo civil. Eso sin contar que tampoco se nos dice que tuviera un rango elevado, y no parece muy lógico que a cualquier miembro del ejército le cuenten algo así), más aún tratándose de un caso tan confidencial, no tiene ni pies ni cabeza.
Que sabiendo que ninguna de las expediciones que ha entrado en la zona ha regresado, el grupo de científicas no fuera respaldado por ningún tipo de seguridad a mayores (ya ni siquiera de tipo militar o armamentístico, que también… ¿los trajes y las mascarillas que sí usan en la propia base, por ejemplo?) de la propia Lena, con pasado militar, es bastante risible.
Que tras despertar y ser conscientes de que ya llevan días en la zona, dándose entonces cuenta de que no recuerdan lo sucedido anteriormente, no decidiendo volver en ese momento, no tiene ningún sentido. ¿De qué te sirve descubrir qué está pasando si posteriormente no te vas a acordar de ello? ¿Y de qué vale el introducir este recurso si no lo vas a volver a mencionar en todo lo que queda de película, como aquí ocurre?
Los minutos finales, caracterizados por una mezcla de terror y suspense, siendo todo un espectáculo visual, te vuelan por completo la cabeza y harán que estés un rato dándole vueltas a lo que acabas de ver. Las teorías sobre el desenlace de la película que puedes llegar a sacar serán de lo más variado e incontables, en un recurso que, sin duda alguna, mucha gente criticará: El de dejar un final más que abierto, que permite a cada espectador el sacar su propia conclusión e hipótesis acerca de lo que acaba de pasar y de ver en pantalla.
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Este último tramo supondrá un metafórico viaje por parte del personaje de Lena. El final supone una resolución que se lleva desarrollando ya desde el principio de la película ante tus ojos. Nuestras protagonistas han descubierto a lo largo de su expedición que todo lo de dentro muta, pero no de una forma natural, sino que a modo de refracción, haciendo que todos los allí presentes cambien influidos por el ADN de los demás (Lena se hace durante la misión un análisis de sangre que revela cambios en su organismo, llegando en un momento dado a adquirir características de sus compañeras, como un tatuaje del infinito en su brazo izquierdo). En el propio faro la refracción llega ya a ser total, siendo replicados de forma absoluta tanto Lena como Kane, que se terminan encontrando consigo mismos.
El entrar en la zona X supone enfrentarte a ti mismo, el ponerte frente a un espejo y combatir todo aquello por lo que te sientes culpable, como podemos ver fantásticamente en las escenas finales en dicha área.
Nuestra protagonista terminará dudando a su vuelta de su propia identidad y sin saber en qué se ha convertido. En un principio sí parece ser Lena la que vuelve (a pesar de que esto no se llega a aclarar y cada uno tendrá su teoría, en base a lo que se ve en los últimos segundos de metraje), pero ha cambiado físicamente, pues tiene el ADN alterado, como ya hemos podido ver, aunque siga siendo ella, además de la transformación psicológica que alguien ha de sufrir tras pasar por algo así.
Esto, al igual que la identidad de la figura final con la que los personajes se encuentran en el faro, no tiene demasiada importancia. El meteorito sugiere que es algo extraterrestre, pero… ¿se trata de un alienígena, de un Dios? Qué más da. La película recalca en varios momentos que los seres humanos nos empeñamos en buscar explicaciones para cosas que ni la tienen ni la necesitan, que se limitan a ser así, y esas dos cuestiones son más casos de lo mismo.
El autor de la novela comentaría en su día que “el final es increíble y en algunos aspectos diferente al del libro. Parece el tipo de final que, como el de 2001, mantendrá a la gente hablando sobre él durante años… visualmente es alucinante. Es lo que debo decir, y probablemente no pueda decir nada más.”
Acerca de su relación con el material del que parte la historia original, Alex Garland asegura que no volvió a leer la novela tras decidir llevar a cabo la película. Dice que prefirió adaptarla “como un sueño del libro”.
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Lo más importante de la película es la atmósfera de la misma, que logra envolverte. Alex Garland crea un mundo nuevo, en el que las mutaciones son mucho más fuertes según se van acercando al faro, llegando a producirse, en algunos casos, una unión completa entre personajes y ambiente, como en el caso de las plantas con forma humana o de la conversión de la psicóloga en fuego ya al final del metraje. La gente que entra en esta zona sufre, a su vez, la pérdida de la noción del tiempo y del espacio y la identidad humana cambia al entrar en ella, hasta el punto de que terminamos viendo que el que volvió no era en realidad Kane, sino su doble.
La película no ha estado ajena a la polémica, y es que fuera de Estados Unidos ha sido directamente estrenada en Netflix, y no en cines. Tras ver el resultado final, Paramount no quiso el montaje original de la misma. Es en ese momento cuando se le ofrece a Garland el hacer modificaciones en la duración y en la historia si quiere que su producto vea la luz a nivel internacional en pantalla grande, algo a lo que, por suerte, y en una decisión muy de aplaudir, él se niega, a pesar de que, como diría, “la había concebido para ser vista en pantalla grande”. Es aquí cuando entra Netflix en escena, que se ofrece a comprar el producto, algo a lo que Paramount accede a cambio de que cubrieran el coste de la película. Perdimos la oportunidad de verla en cines, algo que se habría agradecido mucho, siendo obvio que está hecha para verla en ellos, pero conservamos el tener la visión original de su director, que es algo incluso mejor. Garland no quedaría para nada contento con esta decisión, y diría que Paramount le anunció la venta sin tan siquiera haber formado él parte de la decisión final de la misma.
Lo que ha trascendido es que, aparentemente, David Ellison, presidente de Skydance Productions, quedó “trastornado” tras un pase de prueba y aseguró que la película iba a ser demasiado “intelectual” y “complicada” para el gran público. Los cambios que propuso no fueron aceptados y el resto es historia, en lo que supone una actuación que parece dejar en cierto jaque el futuro de películas de estilo semejante a ésta. Cabe plantearse la siguiente pregunta: ¿De verdad el público no está preparado para una película como ésta? La respuesta es que probablemente sí, pero sin darle a las productoras el suficiente margen de beneficios como para apostar por proyectos de este tipo. Vemos que resulta imposible convertir películas como Aniquilación en largometrajes comerciales, incluso teniendo a Natalie Portman entre el reparto.
El director trata en esta película de que el espectador lo pase tan mal como sus protagonistas (algo que también pudo influir en la decisión de la productora). Busca en todo momento incomodar a la persona que está ante la pantalla. La película parte con el objetivo de contar lo que quiere y tiene que contar, y no se detendrá ante nadie ni nada. Esta incomodidad no se presenta de golpe, sino que va surgiendo de forma progresiva tanto en el espectador como en las protagonistas, fascinando y aterrando a partes iguales, sin ponérselo fácil a ninguno de los dos grupos en ningún momento.
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Para ver Aniquilación hay que tener cierta paciencia, pues al principio puede parecer una simple película de supervivencia (de hecho, las protagonistas irán muriendo una a una, como es tan habitual en este tipo de largometrajes, con las decisiones son absurdas de esta clase de largometrajes, aunque aquí podemos llegar a entenderlo por el desconcierto en el que están sumidas), pero el esfuerzo inicial termina mereciendo la pena, sobre todo por su maravilloso tramo final, con el que a alguna gente, pese a esto, le costará conectar, y que generará horas y horas de debate a su alrededor. Merece mucho la pena el verla, ya por hechos como su potencia visual, a lo que se suma el tantas veces requerido factor de ser una película con la que darle vueltas a lo que estás viendo. No es para todos los públicos, y no hay duda de que no gustará de forma general.
Alex Garland se termina de consagrar con una película que puede no gustar a muchos, pero que sin duda no dejará a nadie indiferente, destacando en muchos momentos por una factura técnica de gran calidad. Parece partir con la intención de convertirse en un nuevo clásico de la ciencia ficción. Y son bastantes para los que lo ha conseguido, aunque por mi parte, y a falta de más visionados, no me encuadre todavía en este grupo.
Estamos ante una película atrevida e imperfecta (algo que forma parte también de su magia), con altas dosis de contenido filosófico en conjunción con el mundo de la ciencia, que no busca en ningún momento contentar al espectador. Lo que acabas de ver te descoloca por completo y tendrás que darle a la cabeza para lograr que terminen encajando todas las piezas del puzle. Algunos momentos son deliberadamente pretenciosos, cargados de alegorías, en una película que ofrece más preguntas que respuestas. Unos disfrutarán como un enano y otros lo considerarán un timo. No deja indiferente a nadie: O la amas o la odias.
El decidir a qué bando perteneces ya es cosa tuya.
Título original: Annihilation
Estreno en Netflix: 12 de marzo
Año: 2018
Duración: 115 minutos
País: Estados Unidos
Director: Alex Garland
Guion: Alex Garland (Novela de Jeff VanderMeer)
Música: Geoff Barrow y Ben Salisbury
Fotografía: Rob Hardy
Reparto: Natalie Portman, Óscar Isaac, Jennifer Jason Leigh, Gina Rodriguez, Tessa Thompson, Benedict Wong, David Gyasi, Sonoya Mizuno, Crystal Clarke, Kumud Pant, Tuva Novotny, Cosmo Jarvis y Mairead Armstrong
Género: Ciencia ficción
Sinopsis: “Cuando su marido desaparece durante una misión secreta para regresar sin recordar nada, la bióloga Lena se una a una expedición a una misteriosa región acordonada por el gobierno de los Estados Unidos. El grupo, compuesto por 5 mujeres científicas, investiga la zona X, un intrigante lugar controlado por una poderosa fuerza alienígena. La zona X es un lugar al que han ido otras expediciones, pero del que ninguna ha vuelto.”
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