La historia de esta película comienza en 2014, en el “mundo real”, cuando Ruben Östlund, director de la misma, y el productor Kalle Boman, presentan en el museo Vandalorum, en Suecia, una instalación artística consistente en un cuadro iluminado colocado en el suelo. Le acompañaba el lema de esta película, “el cuadrado es un santuario de confianza y cuidado. En su interior todos compartimos los mismos derechos y obligaciones”, algo que se repetirá numerosas veces a lo largo del metraje. El Cuadrado se convertiría, más tarde, en la base para construir esta The Square.
Ya en pantalla conoceremos a nuestro protagonista, Christian, comisario jefe en un prestigioso museo de Estocolmo. La película se sitúa en un momento en el que la galería está a punto de comenzar con la exhibición de una nueva artista, Lola Arias, cuya temática gira en torno de “The Square”, cuadrado que simboliza una zona en la que ha de primar la confianza y la solidaridad.
Para ello contratan a una agencia de publicidad joven, que busca hacer un video que se viralice a través de Internet, con el objetivo de atraer al mayor número de espectadores posible.
(ESTA CRÍTICA PODRÍA CONTENER SPOILERS)
Será en estas fechas cuando Christian sufra, de camino al trabajo, el robo de su cartera y de su teléfono móvil. Uno de sus empleados, viendo que nuestro protagonista llevaba activado el localizador del teléfono, tiene en ese momento la idea de tratar de recuperar sus pertenencias acudiendo al edificio desde el que la señal se está emitiendo, introduciendo cartas acusatorias en todos los buzones, al desconocer la apariencia y la identidad exactas del culpable.
Todo se descontrolará de forma definitiva cuando Christian apruebe, sin quererlo, pero gracias, principalmente a su indiferencia, la difusión de un vídeo publicitando esta nueva exposición de bastante mal gusto, lo que enciende las críticas de los medios, teniendo aquí, aunque no se nos diga de forma indirecta, mucha importancia las redes sociales, llevando todo esto a Christian a dimitir y, al mismo tiempo, a ser despedido de la función que le hemos visto desempeñar a lo largo de toda la película.
Protagonizada, en el papel de Christian, por un formidable Claes Bang, actor danés bastante desconocido, al menos hasta el momento, incluso en su país, al que es posible ver en la serie The Bridge, y con unos acompañantes de lujo, que sin duda lograrán que más de uno se sienta interesado por la película, como son Elisabeth Moss (Mad Men o The Handmaid’s Tale) o Dominic West, el ya histórico McNulty de The Wire. Tendremos también la ocasión de ver a lo largo del metraje a Terry Notary, especialista como doble y responsable de muchas escenas en lo referente a los movimientos más acrobáticos que podamos ver en pantalla, como en la trilogía de El Hobbit o en Avatar.
Ganadora de la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes, estamos ante la favorita para llevarse la estatuilla en la categoría de Mejor película de habla no inglesa.
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Será necesario decir, ya desde el principio, que estamos ante una película rara, que ni tan siquiera presenta el hilo narrativo habitual, estando dividida en escenas sueltas, todas con el propio Christian como protagonista e hilo conductor, siguiendo el espectador, de forma paralela, sus funciones en el museo y el intento que hace de ponerle algo de control a una vida un tanto frenética y descarrilada.
Su personaje trata de pasar por una buena persona, alguien amable, siendo en realidad un hipócrita, con un comportamiento que deja mucho que desear con respecto a las personas que le rodean, mostrando, además, auténtico desprecio por las clases más bajas de la sociedad, valorando sólo al sector de la sociedad más pudiente.
A pesar de que Christian termina recuperando gracias a la táctica de las cartas en el buzón sus pertenencias, todo esto, acto aparentemente inocente que ambos personajes (su empleado y él) toman en todo momento a broma, a excepción de los instantes previos a cometer el acto, ya dentro del coche, tendrá, como no podría ser de otra forma, y al igual que todas las acciones, sus reacciones, con un Christian que poco después se verá confrontado en su propia casa por un niño cuyos padres le acusan de haber robado tras encontrarse la carta acusatoria en su buzón y que lo único que quiere es una disculpa, terminando toda esta cadena de hechos con la caída del crío por las escaleras del edificio de Christian, suceso del que éste, aunque sin ser de forma intencionada, es responsable, perdiendo entonces la poca humanidad que le quedaba ya al personaje, negándose posteriormente a brindarle al niño la ayuda que necesitaba tras el accidente, a pesar de sus gritos de auxilio.
Lo que en un principio es simpatía por el personaje principal, antes de saber cómo es realmente su persona, se va tornando en desagrado, proceso que alcanza su punto culmen con el encuentro con el niño en el portal de su casa.
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Nuestro protagonista ni siquiera logrará su redención final, en forma de pedirle disculpas al niño que quedó de ladrón delante de sus padres a causa de él, aunque sí parece que se nos indica que tendrá una nueva posibilidad encarnada en sus hijas, a través de la escena final, con un plano de la pequeña de ellas, teniendo la oportunidad de educarlas de forma que no cometan los mismos errores que él en el futuro.
Muchas escenas apelan directamente a la incomodidad (la nuestra como espectadores y la de los propios personajes de la película, siendo el mejor ejemplo de ello los momentos en los que vemos a Terry Notary en la cena, acosando a los allí presentes y llegando a subirse a las mesas del salón, imagen que terminaría en el póster de la película, en una escena que se hace interminable, deseando todos únicamente que termine de una vez, ante la negativa del director, que no hace más que alargarla, en una escena en la que vemos que es posible el conseguir una reacción por parte de incluso las personas más formales del mundo), algo que Ruben no dejará de buscar, de forma muy intencionada, a lo largo de todo el metraje.
Otro buen ejemplo sería ese momento en el que un cocinero trata de explicarles a los comensales qué es lo que van a degustar, y termina insultándoles, al ver que se lanzan directamente a por la comida, sin prestarle ninguna atención a su explicación, en una buena muestra de cómo serían las cosas si siempre salieran a la luz los impulsos que normalmente se intentan reprimir.
O esa larga escena en la que Christian habla con Anne, molestos ruidos de fondo incluidos, acerca de lo que ha pasado entre ellos, con nuestro protagonista sintiendo un auténtico pudor ante el tema de conversación, que hará que más de un espectador se remueva en su asiento. Pasa a la luz del día la deshumanizada escena sexual que vimos anteriormente.
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Vemos un humor muy negro y muy particular a lo largo de todo el metraje, siendo una inmejorable muestra de ello las escenas en el coche de nuestro protagonista, cuando Christian y Michael se dirigen al edificio desde que el móvil robado emite su señal de localización.
Lo absurdo en su máxima expresión, simbolizado a través del chimpancé con el que Anne convive, siendo para ella algo ya tan natural que ni le da ningún tipo de explicación a Christian, cuando éste, a todas luces, está completamente desconcertado ante lo que está viendo.
Algunos de los momentos más bonitos de toda la película serán aquellos en los que Christian comparta pantalla con sus dos hijas, siendo el mejor ejemplo de esto la visita que hace con ellas a su propio museo.
Tendremos en pantalla algunas escenas que recuerden, visualmente, a La gran belleza, película que ya ganó el Oscar en la misma categoría en la que ésta está nominada en 2014. Los temas tratados y cómo está concebido el metraje también se podría decir que tienen muchos paralelismos, teniendo un muy marcado sello de cine europeo, a pesar de ser la italiana una auténtica obra maestra y estar esta The Square a muchos años luz por detrás.
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https://www.youtube.com/watch?v=BaldBSGTO5Y
Vemos en esta película una denuncia a la ceguera de los seres humanos del primer mundo con respecto a las distintas problemáticas habidas y por haber, con un museo en el que lo que está expuesto es el propio ser humano, con sus flaquezas y sus fortalezas, resultando todo un discurso de ataque a la moralidad imperante actualmente en nuestra sociedad, que ha ido perdiendo su propia humanidad en los últimos tiempos a pasos agigantados, con una sociedad que se cree con el prójimo mejor de lo que realmente es. Una sátira acerca de los límites del arte y de los propios seres humanos, mostrándonos los prejuicios, temores y el egocentrismo del sector, supuestamente, más culto y avanzado de la población.
Pese a no querer catalogar la película de política, los responsables de la misma sí reconocieron que trata “de la hipocresía de la forma de vida occidental.”
Resulta también una parodia del hecho de vender obras de artista de segunda fila como auténticos monumentos imperdibles, revistiendo las presentaciones de las mismas de un discurso completamente vacío, una vez se lee en profundidad, teniendo muchas veces más de creativo el propio acto de promoción de una nueva obra artística que lo expuesto en sí. Pone en el punto de mira a un público que muchas veces no disfruta, en realidad, del arte que tiene delante, no viéndole ningún punto positivo, pero no atreviéndose a expresar su verdadera opinión.
El director de la película se muestra muy crítico con el arte moderno, también fuera de la pantalla. En su momento diría que “es que esas instituciones (los museos de arte moderno) no tienen ninguna conexión con lo que ocurre fuera de ellas. Se comportan de manera protectora y elitista con obras absolutamente estúpidas. Y lo mismo pasa con el cine. Si no entiendes una película obtusa en un festival, es que eres tonto. Ya ni discutimos qué es arte.”
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The Square es una película con polémica incluida. En el metraje veremos decir que la obra ya comentada del cuadrado pertenece a la artista Lola Arias, quien existe en la vida real y ya se ha manifestado acerca de este asunto, tras un tiempo existiendo el debate acerca de si hablaban de ella o no, y de si Lola tenía conocimiento acerca de este hecho:
“Todo es un disparate. Me contactaron porque el director de la película me conoce, tenemos un artista sueco como amigo común. Conoce mi trabajo y sabe que trabajo con personas reales, de ahí lo de socióloga, para dar la versión del artista que se mete con lo social. Primero hice una especie de audición por Skype. Me dijeron que sí, después que había quedado dentro de la película y que fuera a Estocolmo a filmar. A las dos semanas me llaman y me dicen que Ruben ha cambiado de opinión, que me dejaban finalmente fuera. Después, que sí de nuevo, que querían que lo hiciera yo, pero que podría ser un personaje filmado por Skype. Grabamos 5 horas de esta forma y me pagaron por ello, siendo esto luego cortado y no apareciendo en la película, sin que nadie me dijera nada. Cuando me enviaron el guion, la artista se llamaba Natalia X, y después decidieron cambiar el nombre del personaje. Acepté actuar un personaje, no actuar como yo misma. Usar mi nombre… nadie puede usarlo sin pedirte autorización para una película y atribuirte una obra de arte. Es un disparate. No sé si voy a iniciar acciones, a ese nivel está la cosa.”
Si bien es cierto que hay algunas escenas que logran sacarte la risa y que brillan de forma individual (siendo un ejemplo las sugerentes imágenes en el museo con un letrero de fondo en el que podemos leer “no tienes nada”), la película, en su conjunto, como “recopilación” de todas estas imágenes, no está a la altura. En ocasiones parece que estamos ante un montaje sin terminar. Se podría decir que la historia, en esta película, es que no hay historia, algo que juega mucho en su contra, pues lo que vemos en pantalla y el mensaje que se pretende transmitir no tienen la suficiente fuerza por sí mismos como para mantenernos interesados las dos horas y media que tiene de duración. Es muy grave que un proyecto que trata de transmitir lo que quiere esta The Square te deje indiferente, y esto es sin duda lo que ocurre. Es demasiado lo que la película quiere abarcar, fallando estrepitosamente y quedándose a medio camino, haciéndose larguísima, resultando, si bien con algunos momentos brillantes, una película muy irregular.
Título original: The Square
Estreno: 7 de septiembre
Año: 2017
Duración: 142 minutos
País: Suecia
Director: Ruben Östlund
Guion: Ruben Östlund
Fotografía: Fredrik Wenzel
Reparto: Claes Bang, Elisabeth Moss, Dominic West, Terry Notary, Christopher Læssø, Marina Schiptjenko, Elijandro Edouard, Daniel Hallberg, Martin Sööder, Linda Anborg, Emelie Beckius, Peter Diaz, Sarah Giercksky y Jan Lindwall
Género: Comedia. Drama
Sinopsis: “Christian, mánager de un museo de arte contemporáneo, se encarga de una exhibición titulada “The Square” en la que hay una instalación que fomenta valores humanos y altruistas. Cuando contrata a una agencia de relaciones públicas para difundir el evento, la publicidad produce malestar en el público.”
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