Último proyecto, hasta el momento, de uno de los directores más peculiares que ha dado Hollywod en los últimos años: Nada más y nada menos que Edgar Wright, creador de la conocida como trilogía del Cornetto (Zombies Party, Arma fatal y Bienvenidos al fin del mundo) o de Scott Pilgrim contra el mundo, entre otros títulos, continuando aquí con su particular estilo, siempre muy bien recibido. Primera vez que el director rueda en Estados Unidos y que se encarga del guion de una de sus películas en solitario.
El título del proyecto proviene de la canción “Baby Driver”, de Simon & Garfunkel, perteneciente al disco Bridge Over Troubled Water, de 1970. La misma sonará durante los créditos finales.
(ESTA CRÍTICA PODRÍA CONTENER SPOILERS)
Baby es un joven que perdió a sus padres biológicos cuando era todavía un niño, a raíz de un accidente de tráfico, estando él también presente en el coche en ese momento. Además de semejante pérdida, la colisión le provocó un problema crónico: Tinnitus, un pitido constante en los oídos. Dicho padecimiento será el responsable de su pasión por la música y de su afición a estar escuchándola a lo largo de todo el día, en un intento por tratar de acallar tan molesto sonido.
Veremos que nuestro protagonista vive desde entonces con su padre adoptivo, ya un anciano en silla de ruedas, y cómo mantiene una curiosa pasión: Crear música a raíz de frases sueltas que graba en conversaciones rutinarias que tiene a lo largo del día. También descubriremos cómo, para su disgusto, se gana la vida; y es que tras haber cometido un error de juventud (robar el coche de Doc, mafioso responsable de un muy peculiar equipo de atracadores, quedando este mismo hombre fascinado con las habilidades al volante del protagonista), Baby lleva años trabajando, con el objetivo de saldar la deuda contraída a raíz de este hecho, a las órdenes de dicho personaje, al que da vida Kevin Spacey, siendo el joven el encargado de poner a servicio de los de los distintos grupos de atracadores reunidos por el mafioso sus tremendas habilidades con el volante a la hora de escapar de la escena del crimen, quedándose una parte del dinero que le correspondería y dándole el resto a Doc hasta quedar en paz.
Tras haber saldado su deuda y quedar prendado de Debora, Baby cree que por fin podrá llevar una vida normal, saliendo del ilegal negocio y desempeñando un trabajo que no ponga en peligro su futuro y su vida. Todo parece ir bien hasta que se produce su reencuentro con Doc un tiempo después de ese último atraco, quien no le permitirá irse de rositas y le forzará a seguir trabajando para él, amenazas mediante. Será en este momento cuando todo se salga de madre para nuestro protagonista, con las cosas no yendo en esta ocasión lo bien que cabría esperar, poniendo en riesgo su propia vida, la de sus compañeros de atraco, la de su novia y, finalmente, su propio futuro.
Algo que llama mucho la atención de esta película es la cantidad de parecidos que guarda con Drive, más que evidentes, personalidad del personaje principal incluida. La mayor diferencia radica, a mi modo de ver, en que mientras que con la interpretación de Ryan Gosling resulta imposible del todo conectar a lo largo de la película, aquí a Ansel Elgort se le coge cariño ya desde el principio.
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A pesar de las semejanzas, la realidad es que Edgar Wright llevaba con esta película en mente muchísimo tiempo, pasando el proyecto por un larguísimo proceso, comenzando a trabajar su director en ella ya en 1995, no terminando el guion hasta 2011 y no acabando con la propia película hasta 2017.
Lo que aquí encontramos es lo que podríamos definir, por momentos, como un musical de acción. Toda la película gira alrededor de la música, encajando ésta como un guante a lo largo de todo el metraje. Wright ha llegado a declarar que, a la hora de concebir el guion, no hubo ninguna escena que diseñase antes de tener claro qué canción estaría sonando de fondo. Muy numerosos clásicos del rock, del funk o del pop irán sonando en nuestra pantalla a lo largo de la película, siempre con un gusto más que exquisito.
Julia Slater, encargado de diseñar el sonido, y que hizo un trabajo deslumbrante a lo largo de todo el metraje, llegaría a decir que “tuve que aprender una nueva forma de diseñar sonido al ritmo de la música, desmenuzando cada pista hasta su tempo para poder puntearla a una acción determinada.”
La película va directa al grano, con una primera escena de persecución automovilística maravillosa, que servirá como carta de presentación del personaje principal. Ésta se verá seguida por un muy buen plano secuencia en el que seguiremos a Baby en una de sus habituales coreografías, escuchando la misma música que marca su ritmo. Uno de los elementos más llamativos de esta película es la identificación que logramos con el personaje gracias a la música, pues estamos escuchando en todo momento lo mismo que Baby, sumergiéndonos en su mundo a través de las canciones, aportando un punto de vista subjetivo.
Será habitual el ver escenas enteras que están diseñadas y coreografiadas en función de la música que Baby escucha, algo que se hace con buen tino y que encaja a la perfección en todo momento.
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El montaje resulta espectacular y estamos ante una película perfecta de principio a fin en todo lo relativo a los aspectos técnicos, con algunas de las persecuciones automovilísticas mejor rodadas de los últimos años. El ritmo, siempre en función de la música, es frenético a lo largo de sus casi dos horas y la película se pasa en un suspiro, no dejándole respiro al espectador, en el buen sentido. Escenas como la del mencionado plano secuencia hablan, y muy bien, de lo trabajado que ha sido todo, hasta el milímetro, en esta película, sin descuidar el más mínimo detalle. La dirección, caracterizada por largas escenas con escasos cortes, es en todo momento buena.
Se nota que todo el equipo ha disfrutado muchísimo a lo largo del rodaje de la película y que imperaba la libertad artística a todos los niveles.
El gusto de Wright por un cine caracterizado por las persecuciones de autos es muy patente en todo momento, siendo también muy visible el hecho de que el director es un auténtico devorador de todo lo relacionado con la cultura pop.
Muchas veces hemos visto que el simple hecho de tener a un gran elenco ni garantiza un resultado cinematográfico de calidad ni que el nivel de los actores sea el esperado, pero esto es algo que sí sucede aquí, con buenas interpretaciones y una película notable, viendo sólo como punto negativo con respecto a esto ciertos momentos protagonizados por Jamie Foxx que me parecen un tanto sobreactuados. Sí es cierto que es algo entendible en un personaje tan característico como el suyo, pues necesita de ciertas pinceladas con algo más de intensidad de la habitual, pero por momentos el actor llega a caer en el exceso, algo alternado con escenas en las que, por el contrario, sobresale. Kevin Spacey, a pesar de estar poco aprovechado y no llegar a destacar demasiado, sí protagoniza una actuación correcta.
Resulta una alegría tremenda el ver a Jon Hamm en un papel completamente distinto al que nos tiene acostumbrados (y es que tras protagonizar la mastodóntica Mad Men, roles como los que lleva a cabo en películas como Million Dollar Arm o en el especial de Navidad de Black Mirror es imposible que no recuerden al ya histórico Don Draper, algo que aquí no ocurre), bordándolo en todo momento, en un papel que ya ha sido dicho que fue concebido teniéndole a él en mente.
Ansel Elgort realiza un trabajo maravilloso a lo largo de toda la película y da vida a un personaje que te cae bien desde el primer momento. Es evidente que el actor interpreta a alguien que está hecho para molar, pero esto no resulta molesto en ningún momento y lo borda.
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Genial la afición ya comentada de Baby con respecto a las cintas, algo que conecta directamente con la emotividad de que el único recuerdo que le quede de su madre sea una de esas cintas con ella cantando una versión preciosa de la espectacular Easy, canción que aparece un par de veces a lo largo de la película, siempre con un resultado más que maravilloso, siendo esa cinta la única a la que no ha añadido ninguna mezcla, pues no hay mejora posible que se pueda hacer en ella.
Desternillante la inesperada escena en la que Baby les pide a sus compañeros de atraco que esperen unos segundos más antes de salir del coche para poder volver a escuchar desde el principio la canción que había escogido para esos momentos y que ya llevaba unos segundos sonando.
El guion, que podría estar escrito en una servilleta, no destaca ni para bien ni para mal, sin que esto llegue realmente a importar, aunque sí hay dos aspectos que no me terminan de convencer:
1. Lo relacionado con la trama de amor, un tanto metida con calzador con el único objetivo de darle una motivación más al protagonista para llevar su vida por el buen camino, sí siendo buena la primera escena en la que ella aparece, con la llegada al bar y la música que escucha el protagonista de fondo, pero que termina degenerando en una especie de relación que está ahí sólo porque ha de estarlo, sin que veamos en ningún momento una evolución real de la misma o hechos que respalden el que acaben juntos.
2. La evolución y el cambio que experimenta el personaje de Kevin Spacey en los minutos finales, pasando de un momento a otro de ser un malo, como hemos visto a lo largo de toda la película, sin escrúpulos, queriendo matar a la pareja por el resultado del último atraco, a defenderles con su propia vida, por el simple hecho de que ve que están enamorados y él pasó por lo mismo en el pasado. Pero hijo de mi vida, ya sabías antes que él estaba enamorado y, sin embargo, le obligaste a seguir trabajando para ti a pesar de que no quería cuando ya había saldado su deuda contigo. Una metamorfosis en un segundo que no tiene ningún sentido, vaya.
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Estamos ante una buena película, de lo más entretenida, con una banda sonora de lujo y una capacidad tremenda a la hora de hacer que encaje con lo que estamos viendo en pantalla, siendo uno de los mejores proyectos de Wright hasta el momento. Un revuelto de géneros, desde la comedia a la acción, pasando por el drama, ante el que es fácil caer rendido ya desde la primera escena.
Tal ha sido el éxito que, el propio director, que siempre ha rehusado el rodar una secuela de cualquiera de sus películas, no le cierra la puerta a una segunda parte de Baby Driver: “El estudio me ha pedido que piense en escribir una secuela y Baby Driver es una película con la que quizás podría hacerlo, pues creo que hay espacio para continuar en relación a los personajes. En la mayoría de las secuelas hay que elaborar algo para que puedan volver al punto de partida, al menos que haya un lugar más profundo al que poder llevarlos. Creo que con Baby Driver se puede avanzar en ese sentido, y más o menos tengo la idea de que, en caso de hacer otra película, habrá que trastocar la implicación que Baby tiene con el mundo criminal, hacerlo de una forma diferente, para que ya no sea más el aprendiz.”
La ensoñación de Baby en la que ve a Debora esperándole ante un coche, todo en blanco y negro, toma color y se hace realidad en los instantes finales, cuando éste sale de la cárcel y comienza lo que esperamos que sea una maravillosa aventura para ellos, siempre con la posibilidad de torcerse, como las palabras de Wright hacen intuir en caso de que se lleve a cabo una segunda parte, podría ser para esa continuación un buen punto de partida.
Edgar Wright demuestra, una vez más, que sigue en plena forma, y que tal y como se dice en la propia película, “all you need is one killer track”.
Título original: Baby Driver
Estreno en España: 7 de julio
Año: 2017
Duración: 115 minutos
País: Reino Unido
Director: Edgar Wright
Guion: Edgar Wright
Música: Steven Price
Fotografía: Bill Pope
Reparto: Ansel Elgort, Lily James, Jamie Foxx, Jon Hamm, Kevin Spacey, Eiza González, Jon Bernthal, Ben VanderMey, Thurman Sewell, Allison King, Lance Palmer, Keith Hudson, Patrick R. Walker, Hudson Meek y Troy Faruk
Género: Thriller. Acción. Comedia
Sinopsis: “Baby (Ansel Elgort), un joven y talentoso conductor especializado en fugas, depende del ritmo de su banda sonora personal para ser el mejor en lo suyo. Cuando conoce a la chica de sus sueños (Lily James), Baby ve una oportunidad para abandonar su vida criminal y realizar una huida limpia. Pero después de ser forzado a trabajar para un jefe de una banda criminal (Kevin Spacey), deberá dar la cara cuando un golpe malogrado amenace su vida, su amor y su libertad.”
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