Otra vez Mendizorroza. No es una cuestión del balance histórico. Tampoco de las estadísticas. El fútbol no es ciencia. El feudo del Alavés es y será un lugar complicado, de ingrato recuerdo, para un celtismo que hace casi un año soñaba con disputar una nueva final de Copa del Rey. Meses después de las lágrimas derramadas, el cuadro celeste también sucumbió en Liga con un contundente resultado. El estadio del Glorioso va camino de convertirse en una maldición, un feudo en el que es difícil sobrevivir, en el que suceden cosas extrañas y el triunfo se convierte en una quimera (2-1).
Algo así le sucedió al Celta. Esta especie de maleficio comenzó horas antes del viaje a Vitoria. Hugo Mallo, capitán y uno de los líderes del equipo, se perdía la cita por lesión. El marinense es fundamental en este equipo. Su ausencia, suplida cambiando de banda a Jonny y dando la titularidad a Mazan, fue determinante en la primera derrota del año para los hombres de Juan Carlos Unzué.
El entrenador navarro apeló a la lógica con la baja de Hugo Mallo y optó por dar descanso a Pione Sisto. Brais Méndez volvió a ser la alternativa al danés. La banda izquierda del Celta, completamente renovada con el canterano y el recién incorporado Robert Mazan como protagonistas. Sin embargo, la clave del partido, las acciones que desequilibraron el choque llegaron por errores en la banda derecha, la de Jonny, que a pesar de ser diestro no se sintió cómodo reemplazando a Hugo Mallo.
El Celta tropezó de nuevo ante esa piedra en la que se ha convertido Mendizorroza. El Alavés asestó pronto los golpes. Dos despistes a la espalda de Jonny permitieron a los de Abelardo anotar dos tantos en los primeros veinte minutos. Pedraza y Munir ponían contra las cuerdas la racha triunfal del cuadro vigués en este 2018.
Los pupilos de Juan Carlos Unzué tenían la posesión del esférico, pero no lograban hacer daño en el sólido planteamiento defensivo diseñado por Abelardo. El Celta tenía el balón y el Alavés lograba desactivar a Aspas y Maxi Gómez, una de las mejores parejas atacantes del fútbol europeo.
Los datos de la posesión en la recta final del primer acto eran brutales. 27% para el Alavés, 73% para el Celta. Sin embargo, Pacheco apenas había tenido trabajo. Sólo un disparo de falta de Daniel Wass fácil para el guardameta local.
El Celta vio la luz en los últimos minutos de la primera parte. Radoja se desmarcó bien en el área del Alavés. Estaba solo, pero su remate, al muñeco, lo despejó Pacheco. El rechace regresó al serbio, que no tuvo acertado a la hora de armar el disparo.
En el segundo acto los guiones se acentuaron. El Celta mantuvo la posesión, aunque por fin pisaba la zona de tres cuartos. El conjunto vigués opositaba a ese gol que le metiera de nuevo en el partido. Unzué movió banquillo. Doble cambio. Tocaba arriesgar. Se retiró el debutante Mazan y el frío Brais Méndez para dar entrada a Pione Sisto y Jozabed. El danés, al poco de ingresar en el terreno de juego, tuvo la ocasión más clara para batir a Pacheco, pero su remate se fue rozando el palo izquierdo de la portería local.
El cuadro celeste seguía creyendo en la reacción. Era una cuestión de fe. Pione Sisto volvía a disponer de una clara acción para abrir el marcador para los célticos. En esta ocasión el remate 'mordido' del danés tampoco encontró portería.
El Celta hacía un ejercicio de insistencia. Unzué jugaba su última carta. Entraba Emre Mor por un Radoja que estuvo desacertado a la hora de finalizar en el marco contrario. El turco y Pione Sisto fueron un constante quebradero de cabeza para la rocosa defensa del Alavés, los socios perfectos para Aspas y Maxi Gómez.
Martínez Munuera obvió un claro sobre Maxi Gómez. El Celta supo encajar el golpe. Siguió empujando, intentando aporrear el muro blanquiazul. Iago Aspas era cada vez más protagonista. El moañés estuvo a punto de lograr uno de los mejores goles de la temporada. Se sacó un remate de tacón que encontró una mano espectacular de Pacheco.
La recompensa llegó demasiado tarde. En el descuento, una jugada personal de Iago Aspas metía de nuevo en el partido a los de Unzué. Apenas quedaban segundos para el final, demasiado poco tiempo para que el conjunto vigués lograse salir con vida de un Mendizorroza maldito, un feudo en el que el Celta nunca ha logrado ganar en Primera División.
Alavés: Pacheco; Aguirregabiria, Laguardia, Rodrigo Ely, Alexis; Tomás Pina, Manu García, Ibai Gómez (Hernán Pérez, 88'), Pedraza; Munir (Dani Torres, 81') y Rubén Sobrino (Bojan, 74').
Celta: Rubén Blanco; Jonny, Roncaglia, Sergi Gómez, Mazán (Pione Sisto, 58'); Lobotka, Radoja (Emre Mor, 74'), Wass, Brais Méndez (Jozabed, 58'); Maxi Gómez y Aspas.
Goles: 1-0: Pedraza (4') ; 2-0: Munir (18'); 2-1: Iago Aspas (91').
Árbitro: Martínez Munuera (comité valenciano). Mostró tarjeta amarilla a Aguirregabiria y Alexis mientras que por el Celta vieron cartulina amarilla Radoja y Jozabed.
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