No hubo opción. Messi impidió toda posibilidad a la sorpresa. La revolución celeste, esa rebeldía tan habitual en nuestros días, no pudo triunfar en el Camp Nou. No era obligado ganar. El objetivo era sobrevivir, pero, con el argentino desatado, la empresa era casi imposible.
El Celta no supo aguantar el arreón azulgrana. Los de Valverde pusieron una marcha más de intensidad. Encerraron al equipo vigués en su campo con una presión que impedía la salida de balón desde atrás. Aspas, que actuó en punta por la titularidad de Mor en detrimento de Maxi Gómez, apenas intervenía en el juego.
En la primera media hora, dar el golpe en el Camp Nou se había convertido en una quimera. El Barça asestó los dos primeros goles casi de forma idéntica. Subida de Jordi Alba, centro raso al corazón del área y gol de Messi. El tercer tanto llegaría poco después. Mismos protagonistas, aunque papeles invertidos. Pase milimétrico del argentino para que el lateral catalán ganase sin oposición la espalda de Mor y dejase casi sentenciada la eliminatoria.
El Celta estaba tocado. Casi noqueado. El Barça olía sangre y quería hacer más daño en un adversario que hace unas semanas sí logró salir indemne del coliseo azulgrana. En esos treinta primeros minutos malditos, un mal pase atrás de Sisto a Jonny lo aprovechó Luis Suárez para dar el golpe definitivo al Celta.
La hora restante sobró. El Celta buscó maquillar el resultado. Unzué movió banquillo tras el descanso. No como una posible reacción, sino para dar descanso a Aspas y a Wass. El choque ante el Levante ya era el objetivo inmediato.
El conjunto vigués resistió en el segundo acto a un Barça que aflojó el ritmo de la primera media hora. Valverde también pensaba ya en Liga. Piqué se iba tras el descanso y Lionel Messi dejaba su lugar a Dembelé cuando quedaba más de treinta minutos para la conclusión de un partido decidido.
Maxi Gómez coqueteó con el gol en una buena acción personal, pero Semedo, rápido, evitó que el ariete uruguayo pusiese a prueba a un Cillessen que tuvo una noche tranquila. El gol de Rakitic en la recta final redondeó una noche para olvidar, una dura noche en la que l Messi fue una borrasca, un tornado que, en treinta minutos, despertó al Celta de Unzué del sueño de la Copa del Rey y que le devuelve a la rutina de la Liga. El domingo, crucial partido ante el Levante para afianzarse en la zona media de la tabla e intentar luchar por Europa.
FC Barcelona: Cillessen; Semedo, Piqué (Vermaelen, 46’), Mascherano, Jordi Alba; Busquets, Rakitic, André Gomes; Iniesta (Arnáiz, 63’), Messi (Dembelé, 59’) y Luis Suárez.
RC Celta: Sergio Álvarez; Hugo Mallo, Sergi Gómez, Fontás, Jonny; Lobotka, Jozabed, Wass (Radoja, 46’); Emre Mor, Pione Sisto (Brais Méndez, 57’) y Aspas (Maxi Gómez, 46’).
Goles: 0-1: Messi (13’); 0-2: Messi (15’); 0-3: Jordi Alba (28’); 0-4: Luis Suárez (31’); 0-5: Rakitic (85’).
Árbitro: Hernández Hernández (comité canario).
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