En plena fiebre eólica, hablar de molinos de viento puede que nos lleve a pensar en modernos proyectos de grandes torres de aerogeneradores. Nada más lejos de lo que veremos en Montedor, un rincón de la costa portuguesa situado en Viana do Castelo, a menos de hora y media de Vigo.
Situado en la freguesía de Carreço, Montedor es un pequeño núcleo de costa atlántica que nos ofrece un interesante paseo recorriendo centenarios molinos de viento construidos para la molienda del cereal, un faro, algunas rocas con grabados rupestres y numerosos rincones llenos de encanto. En este lugar, patrimonio y paisaje conviven desde hace siglos (o incluso milenios), dando cobijo a mitos y antiguas leyendas.
Quizás el más fotografiado de estos molinos sea el conocido como el Moinho do Petisco, con su llamativa torre donde el blanco destaca entre la piedra vista. Esta construcción del siglo XIX está situada en la parte alta de una pequeña elevación del terreno, el Castro do Alto de Montedor, donde también se encuentra el faro. De hecho, la ubicación original de este ingenio movido por el viento estaría cerca del actual faro, si bien en 1905 fue trasladado a la localización actual.
Este gigante pétreo, que conserva el sistema tradicional de molienda, cuenta con sus cuatro aspas, que hace más de un siglo estaban vestidas con cuatro velas triangulares de paño. Y para adaptarse a la dirección de los vientos, tiene un tejado de madera rotatorio. Un bello y armonioso conjunto que nos muestra que en cada pequeño detalle podemos encontrar grandes muestras de la sabiduría de tiempos pasados.
A pocos metros del aparentemente solitario molino encontramos el farol de Montedor. Se trata del más septentrional de los faros portugueses, a tan solo siete millas de la Foz do Minho, en la desembocadura del internacional río. Construido a principios del siglo pasado y situado a 103 metros sobre el nivel del mar, no debe engañarnos su pequeño tamaño: su torre cuadrangular se eleva a 28 metros de altura y en días claros, su luz es visible a 26 millas de distancia. Así, cruza con el faro de las Cíes al norte y, al sur, con el faro de la barra del río Duero en Oporto.
Pero el Moinho do Petisco y el farol de Montedor no son las únicas torres con el privilegio de recibir la refrescante caricia de la brisa atlántica que llega a este rinconcito de la costa portuguesa. Cerca de ellas encontraremos dos molinos más, también construidos en el siglo XIX. Se trata del Moinho de Cima (en cuya entrada podemos leer, gravada en la piedra, la fecha de 1835) y del Moinho do Marinheiro, construido en 1877 y único ejemplar con velas trapezoidales de madera que aún funciona en Portugal.
Sin duda, Montedor es un nombre de lugar lo suficientemente sugerente para hacer volar nuestra imaginación. ¿Un “monte de oro”, como ocurre en muchos lugares donde la existencia de restos arqueológicos se mezcla con leyendas de ouro, mouros e tesouros? En este caso concreto, parece existir otro tipo de relato popular y la historia no es tan agradable como la posible existencia de riquezas ocultas. En este caso, la leyenda relata la historia de dos enamorados y los extraordinarios sucesos que rodearon a su trágica muerte.
Según el relato recogido por Manuel Couto Viana, la joven sarracena Aldara, hermana del emir de Gaia, y su enamorado, un trovador de nombre desconocido, huyeron juntos a un reino cristiano para mantener su relación a salvo de la cólera del emir. Siendo perseguidos y finalmente acorralados en lo alto de un monte, y ante la negativa de la pareja a separarse, el emir decidió castigarlos por su desobediencia lanzándolos al desapacible mar. Entonces, como si de un milagro se tratase, el mar entró en calma al recibir los dos cuerpos fundidos en inseparable abrazo.
El monte, testigo mudo de la tragedia, quedó desde entonces bautizado como “Monte da Dor”, hoy Montedor. Se dice que en noches de tempestad los marineros evocan a Aldara y al trovador para que les ayuden en la tormenta… Y que, entonces, de las profundidades emergen dos bultos entrelazados que, flotando serenos, expulsan los miedos y permiten que las embarcaciones lleguen a buen puerto.
Los molinos de Montedor y su mágico entorno pueden visitarse en un agradable paseo donde descubriremos un sinfín de sorpresas: diversas rocas con grabados rupestres, las ruinas de la capilla da Nossa Senhora do Bom Sucesso (siglo XVII), zonas de playa y algunos lugares de interés paisajístico. Encontraremos paneles informativos y señales con dos opciones de recorrido, ambas de trazado circular: el PR6 Moinhos de Vento de Montedor y el PR7 Forte do Paçô.
El lugar ideal para iniciar ambas rutas, que transcurren dentro del Geoparque Litoral de Viana do Castelo, es la playa de Fornelos. El PR6 tiene una longitud total de 1,6 km, de dificultad fácil, y el tiempo estimado para recorrerlo está entre los 45 minutos y una hora. Para un paseo algo más largo es recomendable optar por el PR7, también de baja dificultad pero de cuatro kilómetros de longitud. Este itinerario puede completarse en aproximadamente hora y media.
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